Después del ḥaỵỵ

Por Sheij Moulānā Muḥammad Salīm Dhorāt (ḥafiẓaẖuḻāẖ)

Nuevamente, más de dos millones de creyentes fueron honrados al convertirse en los «Invitados de Aḻāẖ» y a través de la Guía Divina han completado los rituales del ḥaỵỵ (viaje conocido como «la peregrinación» que, bajo ciertas condiciones, pasa a ser obligatorio para todo musulmán adulto) con gran amor y entusiasmo. ¡Cuán afortunadas son esas almas que son bendecidas con las siguientes palabras de Rasūluḻāẖ (el Mensajero de Aḻāẖ) ﷺ!:

«Quien realiza el ḥaỵỵ para complacer a Aḻāẖ y no dice en él ninguna palabra mala ni comete ninguna obra mala regresará de él [sin pecados] como el día en que su madre lo dio a luz» (Al-Bujārī, Muslim).

«Ciertamente, no habrá recompensa para un Mabrūr [aceptado] Ḥaỵỵ, excepto el Ỵannaẖ [Paraíso]» (Al-Bujārī, Muslim).

Se espera que todos los ḥuỵỵāỵ (personas que realizaron el ḥaỵỵ) hayan sido sinceros en sus intenciones y que hayan viajado miles de millas solamente para asegurar el Placer de Aḻāẖ Ta‘ālā mediante el cumplimiento de la obligación prescrita para ellos. Que Aḻāẖ Ta‘ālā, el Todopoderoso, les conceda aceptación y la oportunidad de visitar la Tierra Sagrada una y otra vez a todos los ḥuỵỵāỵ. Āmīn.

Sin embargo, quiero dirigir la atención de los ḥuỵỵāỵ hacia ciertos puntos necesarios y sumamente importantes que parecen ser menospreciados por ellos, a pesar de su gran valor.

Primero

La sinceridad de la intención debe permanecer incluso después de la realización del ḥaỵỵ. No debe haber presunción ni ostentación; uno no debe querer ser llamado o reconocido como un ḥāỵī (persona que realizó el ḥaỵỵ). Muchas personas deciden hablar con frecuencia acerca de su viaje para que los demás se den cuenta de su realización del ḥaỵỵ. Ellos hablan acerca de los gastos contraídos en el Camino de Aḻāẖ Ta‘ālā, su caridad a los pobres y necesitados, su devoción y adoración, su ayuda a los débiles y ancianos, etc.; todo esto lo mencionan con el fin de adquirir fama. Este es un engaño de Sheiṭān, quien arruina la ‘ibādaẖ (acto de adoración) de aquel que no está consciente de esa instigación de él. Por lo tanto, es de suma importancia que el ḥāỵī se abstenga de hablar acerca de esa experiencia sin necesidad, debido a que eso lo podría conducir a la riyā (vanagloria, insinceridad). Sin embargo, si surge la necesidad de que uno hable sobre su ḥaỵỵ, entonces puede hacerlo, pero no debe permitirse conversar acerca de ese asunto innecesariamente.

Segundo

La experiencia nos demuestra que muchos ḥuỵỵāỵ no regresan con nada, excepto con los tristes recuerdos sobre los cuales reflexionar, y esta situación lamentable se manifiesta a través de sus lenguas hasta el punto de que solamente hablan de las dificultades por las que atravesaron durante el ḥaỵỵ. Los ḥuỵỵāỵ deben abstenerse completamente de esto. Por el contrario, deben hablar acerca de la grandeza de los lugares sagrados, de los beneficios espirituales, del placer en las súplicas y los actos de adoración en Ḥaramein, de la ‘umraẖ, del Ṭawāf, del salām en la Tumba Sagrada, del ṣalāẖ en Masỵid-ul-Ḥarām y Masỵid-un-Nabawī, etc. Si uno se fija cuidadosamente en el viaje del ḥaỵỵ, hallará que los beneficios espirituales superan ampliamente las dificultades físicas. Nada en este mundo se puede comparar a cada uno de los segundos que pasamos en estos lugares sagrados. El viaje del ḥaỵỵ es un viaje largo; uno tiene que viajar en avión, pasar el control de inmigración, realizar los trámites aduaneros, comunicarse con personas que hablan idiomas extranjeros, etc. Es inevitable que no surjan dificultades ante tales circunstancias. Cuando viajamos en nuestro país, ¿siempre viajamos con comodidad y sin complicaciones? ¿Nunca experimentamos dificultades? ¿No pasamos horas en las autopistas debido a la congestión por el tráfico? Teniendo en cuenta el hecho de que entre 2 y 3 millones de ḥuỵỵāỵ realizan los rituales del ḥaỵỵ al mismo tiempo y en el mismo lugar, y que todos ellos vienen de diferentes países y entornos, aparte de que muchos de ellos nunca antes han utilizado o visto las instalaciones que tienen a su disposición, considero que las dificultades experimentadas son insignificantes. Además, los ḥuỵỵāỵ son recompensados abundantemente por Aḻāẖ Ta‘ālā a causa de cada dificultad padecida durante el viaje, mientras que cuando emprendemos otros viajes, el caso es diferente.

Las personas que suelen tener ese tipo de conversaciones se convierten en el motivo del desaliento para los que todavía no han tenido la oportunidad de realizar el ḥaỵỵ. Estos desafortunados ḥuỵỵāỵ entran en la categoría de:

«… y a quienes les obstaculizan [a las personas] el camino a Aḻāẖ y a Al-Masỵid Al-Ḥarām [Masỵid Sagrado]…» (22:25),

que es mencionada en la Sūraẖ Al-Ḥaỵỵ del Qur’ān. Por consiguiente, ellos deben tener presente en todo momento que si, debido a lo que ellos dicen, las personas pierden el ánimo de realizar el ḥaỵỵ y lo posponen, entonces, por haberlas desanimado, ellos también tendrán que responder ante Aḻāẖ.

Tercero

La señal de un «Ḥaỵỵ Mabrūr» o «ḥaỵỵ aceptado» es que después de regresar, la vida del ḥāỵī cambia de peor a mejor; él se vuelve totalmente puntual en el cumplimiento de las Órdenes de Aḻāẖ Ta‘ālā. Además, su amor e inclinación por el más allá aumentan y su amor por los placeres mundanos disminuye. Por lo tanto, es sumamente importante que el ḥāỵī esté atento a sus acciones y conversaciones, y que se esfuerce al máximo para adoptar buenas cualidades y abstenerse de todo tipo de males. Él debe esforzarse para cumplir todas las obligaciones que Aḻāẖ Ta‘ālā le ha prescrito y evitar todo lo que Él le ha prohibido.

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