Ḥaỵỵ: Una Lección de Sumisión

Por Sheij Moulānā Muḥammad Salīm Dhorāt (ḥafiẓaẖuḻāẖ)

El 6 de ḏẕūl-ḥiỵỵaẖ (último mes islámico) después del ṣalāẖ de Ỵumu‘aẖ, llegamos a Ḏẕūl-Ḥulayfaẖ, afuera de Madīnaẖ, e hicimos los preparativos para pasar al estado de iḥrām. Ḏẕūl-Ḥulayfaẖ fue elegido porque fue ahí donde Rasūluḻāẖ (el Mensajero de Aḻāẖ) ﷺ y sus compañeros, raḍiyaḻāẖu ‘anẖum (Aḻāẖ esté complacido con ellos), habían pasado al estado de iḥrām. Fue nuestro deseo empezar el ḥaỵỵ observando esta sunnaẖ de Rasūluḻāẖ ﷺ. El pensamiento de que el amado de Aḻāẖ realizó solamente un ḥaỵỵ durante toda su vida y que fue este el lugar que Aḻāẖ había elegido para que él ﷺ pase a estar en iḥrām persistió en mi mente; no podría haber un lugar mejor para este acto.

Después de habernos preparado, estando uniformados solamente con dos grandes retazos de tela, ofrecimos dos rak‘āt, realizamos la intención de llevar a cabo el ḥaỵỵ y recitamos el talbiyaẖ:

«Aquí estoy a Tu servicio, ¡Oh, Rabb!, aquí estoy. Aquí estoy, ningún socio tienes, aquí estoy. Ciertamente, la Alabanza y el Favor son tuyos, y la Soberanía. Ningún socio tienes».

Es imposible expresar cómo me sentí en ese momento; lágrimas fluían sobre mis mejillas y humedecían mi barba, en mi mente resonaba el pensamiento: «Eres tan descuidado respecto al Dīn de Aḻāẖ Ta‘ālā. No eres digno de ser invitado por Aḻāẖ Ta‘ālā a Su Bendecida Casa. ¡Cuán Misericordioso y Amable es tu Creador que, a pesar de tus negligencias y faltas, te ha incluido en la lista de los ḥuỵỵāỵ de [el año] 1426!».

Estábamos ahora en estado de iḥrām y muchas cosas pasaron a ser prohibidas, incluyendo la utilización de de ‘iṭr (perfume) y cubrirse la cabeza, lo cual es sunnaẖ en otras ocasiones.

El 8 de ḏẕūl-ḥiỵỵaẖ, llegamos a Minā. Conforme a la práctica sunnaẖ, íbamos a pasar el día entero ahí y también a realizar los ṣalāẖ ahí. En este día, para nosotros (quienes estábamos realizando el ḥaỵỵ) era menos recompensante permanecer en Minā que estar presente en Ḥaram.

El siguiente día, 9 de ḏẕūl-ḥiỵỵaẖ, avanzamos hacia ‘Arafaẖ. Quienes realizaron el ṣalāẖ de Ẓuẖr detrás del imām del ḥaỵỵ en Masỵid-un-Namiraẖ lo combinaron con el ṣalāẖ de ‘Aṣr antes del tiempo prescrito. Permanecimos en ‘Arafaẖ hasta el ocaso, tras lo cual partimos retrasando el ṣalāẖ de Maġrib hasta combinarlo con el ṣalāẖ de ‘Ishā en Mużdalifaẖ.

Estuve en presencia de cientos de ḥuỵỵāỵ de todos los estratos sociales: jóvenes y ancianos; hombres y mujeres, y, mashāʼalāẖ, ni una sola persona cuestionó lo que se relató arriba. Cada individuo llevó a cabo lo que les había sido ordenado sin ningún tipo de reparo. Nadie estaba preocupado porque cubrirse la cabeza y untarse ‘iṭr, que son prácticas proféticas, estaba prohibido. No fue escuchada ninguna observación respecto a la recompensa del ṣalāẖ en Ḥaram durante la estancia en Minā. La realización del ṣalāẖ de ‘Aṣr en ‘Arafaẖ antes del tiempo designado, así como el aplazamiento del ṣalāẖ de Maġrib, no hicieron surgir ninguna duda. Sometiendo su voluntad a la Voluntad del Creador y llevando a cabo incuestionablemente las órdenes de Aḻāẖ Ta‘ālā, cada uno de los ḥāỵī era una personificación del islām.

Alḥamduliḻāẖ, a lo largo de mi viaje, de entre los miles de ḥuỵỵāỵ que habían venido de todos los rincones del mundo, no presencié nada, salvo el islām, es decir, sumisión a la Voluntad y Orden de Aḻāẖ. Esto me hizo pensar que la más grande lección del ḥaỵỵ es que Aḻāẖ Ta‘ālā le está diciendo a sus siervos: «Si eres capaz de someterte totalmente a mis órdenes durante estos cinco días sin la menor duda, seguramente tienes la habilidad de hacerlo después del ḥaỵỵ también. El islām no es difícil mientras estés determinado a seguirlo».

Una vez que esta lección se ha aprendido, el ḥāỵī se decide firmemente a someterse a su Creador. Mediante el apedreamiento de los Ỵamarāt (paredes de piedra que representan los lugares donde Sheiṭān intentó disuadir al Profeta Ibrāẖīm ‘aleiẖis-salām) y el sacrificio de un animal, él empieza prácticamente su batalla contra aquellas dos cosas que impiden que una persona se someta completamente a Aḻāẖ: Sheiṭān y el nafs. La acción de apedrear es una declaración pública de enemistad contra Sheiṭān, mientras que sacrificar un animal es comprometerse a sacrificar los deseos del nafs. Una vez que estos dos, es decir, Sheiṭān y el nafs, están bajo control, la sumisión deja de ser difícil. Aḻāẖ Ta‘ālā y su Rasūl (Mensajero) ﷺ nos han advertido en contra de estos dos obstáculos:

«¡Oh, creyentes!, entréguense al islām completamente y no sigan los pasos de Sheiṭān; ciertamente, él es su enemigo declarado» (2:208).

«En cambio, para aquel que temió comparecer ante su Rabb y reprimió su nafs de los deseos [malos], el Ỵannaẖ [Paraíso] será su morada» (79:40-41).

«Inteligente es aquel que subyuga a su nafs y se prepara para lo que está por venir después de la muerte…» (At-Tirmiḏẕī).

Si el ḥāỵī regresa con la determinación de someterse de todo corazón a su Creador, entonces su vida cambiará definitivamente; y el cambio es una señal de que ha realizado Al-Ḥaỵỵ Al-Mabrūr (ḥaỵỵ aceptado), y laA recompensa por Al-Ḥaỵỵ Al-Mabrūr no es nada menos que el Ỵannaẖ.

© Riyadul Jannah (Vol. 15, n.º 03)