Éxito en la sumisión

Por Sheij Moulānā Muḥammad Salīm Dhorāt (ḥafiẓaẖuḻāẖ)

Cuando los recuerdos de ramaḍān (mes islámico en el que fue revelado el Sagrado Qur’ān) apenas empiezan a desvanecerse, la vida de Ibrāẖīm, ‘aleiẖis-salām (que la paz esté con él), el gran Profeta de Aḻāẖ que obtuvo el honor de ser llamado «Khalīluḻāẖ» (amigo cercano de Aḻāẖ Ta‘ālā), colma las mentes de los musulmanes alrededor del mundo. Ibrāẖīm, ‘aleiẖis-salām, fue un Profeta que poseyó cualidades tan especiales que incluso al Profeta Muḥammad ﷺ se le ordenó seguir su huella para obtener éxito en este mundo y en el más allá.

«… sigan, entonces, la religión de Ibrāẖīm, que se somete incondicionalmente a la Voluntad de Aḻāẖ…» (3:95).

¿Qué le confirió tal cercanía a Ibrāẖīm, ‘aleiẖis-salām? ¿Qué lo acercó tanto que Aḻāẖ Ta‘ālā dijo?:

«Y solo se descarría de la creencia de Ibrāẖīm aquel que es insensato. Nosotros, indudablemente, lo elegimos en este mundo y será de entre los justos en el más allá» (2:130).

La respuesta mediante la cual él aseguró el éxito perpetuo se halla en la aleya que sigue:

«Cuando su Rabb le ordenó: “¡Sométete!”, él dijo: “Me someto al Rabb de los mundos”» (2:131).

Su entrega y determinación fueron de tan alto calibre que cuando se le ordenó someterse a la Voluntad de Aḻāẖ Ta‘ālā lo hizo inmediatamente sin la más mínima renuencia o duda. Fue esta obediencia completa a Aḻāẖ Ta‘ālā lo que le otorgó un legado perpetuo en las crónicas del islām.

Su sumisión no fue solamente a través de sus palabras; en los momentos críticos de su vida él demostró sumisión a través de sus acciones también. En realidad, es este el verdadero significado de ser un musulmán completo, es decir, someterse incondicionalmente a la Voluntad de Aḻāẖ Ta‘ālā.

Sus primeros pasos de sacrificio y sumisión los dio a una tierna edad; siendo tan solo un niño se enfrentó a la decisión de elegir entre su padre y Aḻāẖ Ta‘ālā. Cuando el propio Ibrāẖīm, ‘aleiẖis-salām, había llegado a la vejez y necesitaba el apoyo de su joven hijo, él estaba nuevamente dispuesto a obedecer diligentemente a Aḻāẖ Ta‘ālā y, como resultado, a sacrificar a su hijo.

La sumisión es un tema recurrente en la vida de Ibrāẖīm, ‘aleiẖis-salām, y durante los rituales del ḥaỵỵ (viaje conocido como «la peregrinación» que, bajo ciertas condiciones, pasa a ser obligatorio para todo musulmán adulto). Si contempláramos las numerosas instrucciones establecidas por Aḻāẖ Ta‘ālā para realizar el ḥaỵỵ, sería difícil entender por qué Aḻāẖ Ta‘ālā ha ordenado tales acciones: ¿Por qué uno tiene que dejar el sagrado y bendecido recinto de Makkaẖ por el abierto y despejado valle de Minā? ¿Por qué uno tiene que retrasar el cumplimiento del ṣalāẖ de Maġrib y llevarlo a cabo con el ṣalāẖ de ‘Ishā? ¿Por qué uno no puede utilizar ‘iṭr (perfume), una sunnaẖ del Profeta ﷺ, mientras está en iḥrām (estado particular al que tiene que pasar quien se dispone a realizar el ḥaỵỵ)? Esta y muchas otras preguntas podrían surgir, pero nadie cuestiona estas reglas ni se preocupa por lo que podrían decir los demás. Este mismo espíritu de obediencia a Aḻāẖ Ta‘ālā se debe aplicar a cada faceta de nuestras vidas.

Los meses del ḥaỵỵ nos recuerdan una y otra vez nuestro verdadero propósito en la vida; nos recuerdan que, nuestra preciosa religión espera que, en lugar de cumplir solamente los preceptos que nos complacen, nos sometamos incondicionalmente a la Voluntad de Aḻāẖ Ta‘ālā. Independientemente de los retos que enfrentemos, nuestro objetivo debe ser siempre complacer a nuestro Creador con plena convicción de que solo hay bienestar en lo que Aḻāẖ Ta‘ālā ha ordenado. Tal sumisión y sometimiento de los deseos es un método fácil y simple para obtener el éxito eterno.

Sheij Sa‘dī, raḥimaẖuḻāẖ (que la Misericordia de Aḻāẖ esté con él), una persona muy piadosa y benévola, solía decir que el Paraíso está solamente a dos pasos: con el primero, trituras tus deseos y, con el segundo, entras al Paraíso.

Que Aḻāẖ Ta‘ālā nos conceda la disposición para someternos a Sus Deseos como Él desea. Āmīn.

© Riyādul Jannah (2012)